Carta de Alianza noviembre 2020

Carta de Alianza noviembre 2020

Querida familia de Schoenstatt de Argentina:

¡Abundantes bendiciones en este día de Alianza! Estamos transitando el mes de María. ¡Queremos vivirlo a pleno! Para que Ella, esperanza nuestra, nos dé fuerzas para no aflojar en este tramo final de un año probado.

Estamos como en un gran retiro predicado por Dios mismo a toda la humanidad, un gran llamado a la conversión. La pandemia no ha hecho distinción de razas, de pueblos ni idiomas. Nos ha igualado a todos sin excepción, compartiendo el mismo destino.  

Alegrías y tristezas vividas junto a nuestro Fundador

Hace dos días recordábamos el nacimiento del P. José Kentenich. Momento para agradecerle a Dios por su vida. Da alegría ver el vínculo filial que une a tantas personas con él. 

Lastimosamente, hacia fines de octubre volvieron a aparecer en los medios nuevas publicaciones en su contra. Esta vez ya no nos causó sorpresa. Estábamos advertidos de que podía pasar. De hecho, posiblemente, aparezcan nuevas publicaciones.

No está claro qué intenciones hay detrás de los autores. Llama la atención que se publiquen acusaciones que descontextualizan los hechos de su situación histórica. Esto, de algún modo, tergiversa su sentido original. 

Leyendo este fragmento de la última encíclica del Papa, no dejaba de pensar en lo que atravesamos como familia de Schoenstatt:

“Conviene reconocer que los fanatismos que llevan a destruir a otros son protagonizados también por personas religiosas, sin excluir a los cristianos, que «pueden formar parte de redes de violencia verbal a través de internet y de los diversos foros o espacios de intercambio digital. Aun en medios católicos se pueden perder los límites, se suelen naturalizar la difamación y la calumnia, y parece quedar fuera toda ética y respeto por la fama ajena». ¿Qué se aporta así a la fraternidad que el Padre común nos propone?” (FT 46).

Recorrer el camino con humildad y audacia

No es mi intención descalificar a nadie. Ninguna descalificación resolverá el problema. Tenemos que profundizar en la historia. El Dios providente nos hace transitar este camino. Dejémonos conducir con docilidad, humildad y audacia. De nada sirve cultivar miedos y resentimientos. Nuestra espiritualidad vivida a la altura del Poder en Blanco e Inscriptio, es decir, en libertad interior, desprendimiento y amor a la cruz, nos da un fundamento sólido para afrontar esta situación.

En este tiempo fuimos conociendo aspectos de la historia del Padre Fundador y de Schoenstatt que fueron dolorosos, muy complejos y nos ha dolido enterarnos a través de publicaciones sesgadas de algunos medios. Llevará mucho tiempo tener claridad. Tenemos que armarnos de paciencia hasta que los grupos de investigadores nos puedan iluminar al respecto. Aunque nos cueste, debemos acostumbrarnos a convivir con esta situación incómoda.

Es lógico que se haya sembrado desconfianza y sospecha. Incluso dentro de nuestras propias filas. Que prime, de todas maneras, lo que hemos experimentado y vivido fecundamente en nuestra vida: la Alianza de Amor con la Mater que hoy renovamos, el Santuario como lugar de gracias, nuestra pedagogía que responde a los anhelos más profundos de nuestra alma, los vínculos auténticos y sanos con otros miembros de la familia de Schoenstatt y con el mismo Padre Fundador.

Pese al dolor, veo positivamente, que se han generado más diálogo y encuentro a nivel dirigencial. El riesgo que corremos en Schoenstatt es el de la atomización de las comunidades. Cada una tiene su misión particular, su estructura, sus necesidades. Esta situación nos obliga a tener más diálogo, abriendo nuestras autonomías, descubriéndonos necesitados los unos de los otros.

Fratelli Tutti

El Papa nos regaló a comienzo del mes pasado una nueva encíclica donde nos comparte el sueño de Dios para con toda la humanidad: ser “Fratelli Tutti” (hermanos todos), más allá de credos, razas e idiomas. Estamos unidos como humanidad y esta pandemia nos lo hizo sentir con fuerza.

Paradójicamente, esta invitación a una fraternidad y amistad universal no significa una homogeneización sino una profunda valoración de la originalidad de los distintos pueblos, buscando gestar comunión entre ellos. La humanidad como una familia de pueblos, esa es la imagen escogida por Francisco. 

La pertenencia a un pueblo con toda su idiosincrasia constituye al ser humano. El arraigo a su pueblo le regala a la persona conciencia de sí misma, sentimiento de pertenencia, valía y sana autoestima. Veo un claro paralelo entre este pensamiento del Papa y el acercamiento a lo familiar kentenijiano. Pueblo y Familia, no como categorías sociológicas sino míticas, a ser cultivadas místicamente.

A su vez, pueblo y familia constituyen parámetros desde donde juzgar pros y contras de sistemas económicos, políticos y sociales. Pueblo y familia como realidades queridas por Dios que constituyen a la persona. Y por ende, todo sistema que favorezca al desarrollo sano del pueblo y la familia es positivo será negativo aquel que vaya en su contra. 

Tramos finales

Además del mes de María, estamos transitando el último tramo del Año Mariano como Iglesia argentina y del Año de la Mujer en Schoenstatt. Año accidentado y lleno de necesidades, justamente por eso, abierto a la gracia de Dios.

Dios nos quiere regalar esas gracias, en lugares determinados. El santuario de Pilar (Bs As) ya casi está terminando. Se espera la confirmación de la fecha de bendición. Y en Corrientes el pasado 18 de octubre se realizó la primera palada. Nuestros hermanos correntinos se encuentran ahora construyendo los cimientos del futuro santuario. Sigamos sumando espiritualmente (también materialmente aquellos que puedan) a estas conquistas. 

Nos imaginábamos, el año pasado, que en estos meses podíamos estar bendiciendo estos santuarios. Pero Dios nos mostró otros planes. Los de Él siempre son mejores. Nos lo dice nuestra fe. Juntemos así, más capital de gracias, para que sean fecundos tronos de la misericordia de Dios donde nuestra Mater bendiga a sus hijos.

Les deseo un final a toda orquesta del Año Mariano y Año de la Mujer en Schoenstatt que culmina en la fiesta de la Inmaculada Concepción. Tengan también un bendecido inicio del tiempo de Adviento, tiempo de renovar nuestra esperanza. 

Quedamos en eso, permanecemos fieles. Cariños, saludos y bendiciones,

P. Pablo Gerardo Pérez
Director Nacional