En un mismo Espíritu, danos vida nueva

En un mismo Espíritu, danos vida nueva

Autor: Mari Luque y Matías Uriburu

 

Misiones en Familia

Bajo el lema “En un mismo Espíritu, danos vida nueva” y con el anhelo de ser instrumentos de María para llevar a Cristo a los demás, el Jueves Santo partimos desde Salta 15 familias y 37 jóvenes (107 misioneros en total) para vivir la semana más importante de nuestra fe con los habitantes de la localidad de Las Trancas, un paraje en Cachi adentro, a 200 km de la capital.

Las Trancas, en el corazón de los Valles Calchaquíes, es el poblado donde hace muchos años el Padre Pablo Pol [1] con un grupo de chicos comenzaron a misionar y coronaron su obra con la construcción de un albergue en la Escuela Nevado de Cachi N° 4244, lugar en el que nos alojamos.

A propósito de aquella experiencia el P. Pol recuerda:

“Para mí Las Trancas es un lugar central en mi ministerio sacerdotal. Ahí siempre encontré esa presencia de un Dios que se hace uno de nosotros y que se revela especialmente en los más necesitados.

Cada rostro, cada momento compartido, cada historia escuchada con lágrimas, con gozo, a veces con impotencia, daba sentido profundo a nuestro ser Iglesia que sale de sus comodidades, de sus seguridades, para poder hacerse comunión con Jorge, Dora, Vicente, Emilia, Reina, los Robinson y tantos otros…

Gracias Jesús por habernos dado la oportunidad de ser parte de esta historia santa que es tu pueblo que peregrina en Las Trancas”.

Y este año, una vez más el pueblo de Las Trancas nos esperaba con los brazos abiertos. Y con mucha ilusión ellos y nosotros nos preparamos para compartir una Semana Santa diferente. Allí, nuestra Madre y Reina, custodia y protege la escuela y también está entronizada en la Capilla “San Ramón Nonato”.

Acompañados por el Padre Matías (Tute) Clavijo vivimos una experiencia familiar única. El desafío que teníamos como rectores era integrar a los representantes de la Obra de Familias con los chicos de la Juventud Masculina y las chicas de la Juventud Femenina ya que era la primera vez que misionábamos juntos. Como nos pusimos en manos de María, Ella se encargó de que todo saliera muy bien.

 

 

Vivimos días de cielo

Fue increíble: padres, hijos y jóvenes fuimos una gran familia de familias que aliados a María formamos una comunidad de corazones en la que experimentamos el amor de Cristo entre nosotros que se irradiaba a los demás.

Fue una gran bendición vivir la Semana Santa en clave de misión. Pudimos acompañar a Jesús muy de cerca. Profundizamos en el misterio de su pasión, muerte y Resurrección de una manera única. Los gestos externos, la oración de la mañana, las canciones, cada ceremonia y actividad en los talleres estaban pensados para vivir el espíritu de servicio, comunión, entrega, sacrificio, oración, silencio y amor que nos enseñó Jesús en la cruz. También pudimos acompañar a María en su tristeza y en su dolor pero con la mirada puesta en la esperanza y la alegría de la Resurrección. Por eso volvimos renovados, alegres y con un nuevo espíritu.

Fue muy enriquecedor compartir todas las liturgias con la gente del lugar. Nuestro corazón día a día se iba agrandando, no sólo hacia afuera, sino especialmente, hacia dentro de nuestra comunidad y familias. Compartir con nuestros hijos y los jóvenes esta Semana Santa fue un regalo que  fortaleció a cada familia y  transformó los corazones de cada uno de nosotros.

Así se traduce en los testimonios de algunos de los misioneros que participaron de la Semana Santa en Trancas:

“La misión en Semana  Santa fue INCREÍBLE. A nosotros en particular nos llegó muy fuerte desde lo espiritual. Sentimos que pudimos acompañar a Jesús en cada momento, tanto en los momentos difíciles como también en los más lindos. ¡Nos recargamos de mucha fuerza espiritual y alegría!” (Ignacio Zuniga, 38 años).

“La misión familiar fue una cosa de locos y un mundo nuevo. Sentí que éramos una sola gran familia que remaba para el mismo lado llevando a la Mater a cada persona del pueblo de Las Trancas” (Francisco Araoz, 19 años).

“La Misión en Semana Santa fue poner nuestro corazón junto al de Jesús y la Virgen y que ellos nos acompañen y nosotros los acompañemos a ellos. Y vivir días en comunidad en donde todos fuimos una sola FAMILIA” (Laura Anna, 39 años).

 

 

“Participé de las MEF 2019 porque me propuse este año decir SI a todos los llamados de María como promesa de Alianza. Fui en busca de contención y la encontré en cada persona de la comunidad. Estoy sumamente agradecida y volvería mil veces” (Maia Belmont, 18 años).

“No tenía mucha idea de lo que se hacía en una misión. Tampoco conocía mucha gente. La experiencia de misionar me gustó mucho, saber cómo viven, ver que son muy trabajadores. Me gustaron mucho las misas y celebraciones. Me fui muy feliz y con ganas de volver a misionar” (Mateo Antonelli, 14 años).

“A mí me gustó mucho misionar con los jóvenes y tener un hermano adoptivo. También me gustó ir casa por casa conociendo a las familias de ahí” (Paz Anzoátegui, 9 años).

“Fue una experiencia única, tanto para nosotros como para los chicos. Vivimos todos una Semana Santa muy especial, y distinta” (Pedro Pittaluga, 35 años).

“Misionar en familia es un servicio en equipo en donde niños, adolescentes, jóvenes y adultos dan lo mejor de sí, las brechas de edad se acortan, las distintas etapas de vida encuentran un lugar común. Misionar no es exclusivo de ninguna edad ni estilo, todos podemos llevar a Dios y la Mater a los demás” (Lucía Díaz de Vivar, 34 años).

“En esta semana Santa pude vivir profundamente lo que Jesús pasó sólo por nosotros y es impresionante como un Dios puede morir por amor. Si tienen la posibilidad de ir a misionar no la desperdicien porque la verdad que es inexplicable” (Pablo Coll, 16 años).

“Me encantó vivirla con las diferentes ramas del Movimiento y sentir que estábamos todos bajo un mismo ideal independientemente de las diferencias de edad y de los distintos ritmos de vida. ¡Sin duda lo volvería a hacer!” (Mercedes Schmit, 23 años).

Todo fue posible gracias al aporte de cada uno y especialmente gracias a un gran equipo de trabajo que con muchísima dedicación y entrega prepararon todo para hacer realidad esta nueva misión en familia. Damos gracias a Dios y a la Mater por habernos dado esta oportunidad de decir una vez más: Sí Padre, instrumentos de tu amor para las familias.

 

Mari Luque y Matías Uriburu

Instituto de Familias de Schoenstatt

 

 

[1] Actual Rector del Santuario Original, Schoenstatt