Tu cruz, nuestra cruz. Tu luz, nuestra luz

Tu cruz, nuestra cruz. Tu luz, nuestra luz

Autor: P. Guillermo Carmona

 

Meditaciones sobre la Semana Santa y la Pascua

 

La Semana Santa es como una gran sinfonía que comienza el Domingo de Ramos y tiene su acorde final en la mañana de Pascua.

Es la semana más importante de la historia, la más trascendente, ya que en ella se consumó nuestra redención, el acceso al Padre y la reconciliación de los hombres con Él. La gran historia del mundo puede compararse a un inconmensurable camino que conoce una gran cima. Todo lo anterior fue una preparación a ese momento; lo que le sigue, una vivencia posterior y actualizada de esa cumbre. Hay un antes y un después. Ninguna semana puede ser igual a esta, ni se podrá nunca comparársele.  

Es la semana más trágica, porque en ella se consumó el Teocidio, la muerte de Dios, el baño de sangre y la tumba vacía que anuncia la resurrección del Señor. Trágica y gloriosa a la vez, según visualicemos el viernes de la ignominia o la mañana de la luz: los hombres matando a su Dios, Dios asumiendo el mal desde sus entrañas y el Padre sacándolo de la tumba para indicar que en Él sólo existe la Vida.  

Es la semana más gloriosa, porque nos recuerda y actualiza la verdad del mal superado y transmutado en gracia: el Maligno vencido en el Madero y la Pascua inaugurando para siempre el “medio divino” en que vivimos y respiramos. Es la semana del abrazo de Dios al hombre para siempre, el hijo pródigo que retorna en Jesús -el único inocente- a la casa paterna para celebrar el banquete, recibir los signos de su realeza y comer el cordero preparado.

En consecuencia, deberíamos vivir esta Semana concentrados en lo único valioso: actualizar la noche -sumergirnos en ella- y despertar a la Vida, dejando atrás las tumbas vacías que hemos preparado para Jesús.

 

Los invito a vivir cada día guiados por unas pocas reflexiones y acompañados de María, la “Mujer” a quien Jesús llamó así para indicar el día en que Ella nos asumiría a cada uno como su hijo: desde la cruz nos la donó por madre en la persona de Juan.  Los invito a subirse al escenario. Dejar la platea burguesa y cómoda de unos “días de descanso” para acompañar las escenas de la Pasión y de la Pascua, siendo protagonistas y no curiosos turista de paseo.  

 

Padre Guillermo Carmona

 

 

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