Carta de Alianza mayo 2021

Carta de Alianza mayo 2021

Querida familia de Schoenstatt Argentina:

¡Bendecido día de Alianza! Transitamos el mes de mayo, mes que tiene su mística propia. En muchos países es el mes de María. Para nosotros, argentinos, es el mes patrio y de la patrona, Ntra. Sra. de Luján. Y es también el mes del tercer hito para nosotros en tanto schoenstattianos.

¿Hasta cuándo Señor, hasta cuándo? 

El flagelo de la pandemia no nos da tregua. Intentamos aprender a convivir con ella, con el desgaste y el costo que tiene. Duelen los seres queridos que han partido y que en oración encomendamos al buen Dios. Le pedimos también esperanza y consuelo para los familiares de las víctimas, para seguir caminando. Nos cuesta mantener la fe ante esta situación. Las quejas del pueblo judío que leemos en los salmos (s. 12) y que el apocalipsis recoge (Apoc. 6,10), interpretan lo que también hay en nuestra alma: 

¿Hasta cuándo me tendrás olvidado, Señor? ¿Eternamente?
¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
¿Hasta cuándo mi alma estará acongojada y habrá pesar en mi corazón, día tras día?
¡Mírame, respóndeme, Señor, Dios mío!

Creo que no debemos temer a que en muchas oportunidades nuestra oración, más que un diálogo maduro y ameno con Dios pueda tornarse en una amarga queja. Muchas veces necesitamos hacerlo y tenemos derecho a ello. Quejarse, llorar y patalear pertenece también a la vida del hijo que muchas veces no comprende el actuar de su padre. 

El desafío espiritual es no estancarse en ese primer paso sino profundizar nuestra relación con Dios para ir interpretando sus planes en nuestra vida. Pero no debemos pasar por alto este primer peldaño. No debemos reprimir nuestras quejas con Dios. Lejos de alejarnos, nos acercan a él, aunque sea para desahogarnos.

Sobre llovido, mojado

Más allá de consideraciones políticas y partidarias, es un hecho que para gran parte de la población el gobierno se ha desprestigiado. Las medidas de restricción en torno a la Pandemia generan malestar y se ponen en tela de juicio. 

El anhelo por clases presenciales, reuniones, actividades sociales y religiosas es cada vez mayor. Las normas precautorias se han comenzado a experimentar, muchas veces, más como fuertes limitaciones a nuestra libertad, más que como estrategias racionales de cuidado.

Es un tema candente de no fácil resolución, un caminar en la cornisa con su evidente riesgo. El gremio educativo está en pleno debate y como iglesia institucional, varios obispos (se hizo viral la carta abierta al gobierno de Mons. Víctor Manuel Fernández a la que adhirieron otros obispos bonaerenses) han expresado este malestar públicamente. En general, en el ámbito religioso, vamos adecuando nuestras praxis cotidianas, guiándonos por el sentido común a partir de lo que ya sabemos de los cuidados que hay que tener en cuenta. No pretendo llevar el tema a una discusión política sino constatar la dificultad del tiempo actual, para acrecentar nuestra oración, tal como nos invitó el Papa con el rezo del Rosario durante este mes.

Lo espiritual como esencial en nuestra vida

Como cristianos experimentamos la necesidad de lo religioso, espiritual, cultual, sacramental y celebrativo (religiosamente hablando). No son hechos o actos superfluos en nuestra vida y por lo tanto no podemos suspenderlos por demasiado tiempo sin que nuestra alma nos pase factura. Claramente son esenciales para nuestra vida. De lo contrario, nos vamos secando, apangando, debilitando, cayendo en faltas, pecados, miserias. Nuestra vida pierde brillo, fuerza y empuje. 

Como les decía, no pretendo generar un debate político, pero sí constatar la necesidad que tenemos de Dios, expresado y manifestado comunitariamente en celebraciones y lugares. Urge continuar y profundizar el diálogo con las autoridades pertinentes, para posibilitar con responsabilidad y cuidados nuestros encuentros, reuniones y celebraciones.

¿Cómo impulsarnos?

Nos cuesta vivir como pueblo argentino la ley fundamental que expresara nuestro fundador: “obligaciones las mínimas, libertad toda la posible y sobre todo cultivo del espíritu”. Está en discusión cuáles son estas obligaciones mínimas, con su consecuencia en nuestra libertad, y siempre es un gran desafío encontrar estrategias para cultivar nuestro espíritu cívico argentino. Los medios de comunicación con la difusión a diestra y siniestra de “noticias catástrofes” y críticas cruzadas que redundan más en destrucción del espíritu que en el cultivo del mismo. 

¿Qué espacios tenemos para cultivar el espíritu comunitariamente como pueblo argentino hoy? Por más superficial que parezca, en los eventos deportivos importantes, como en los mundiales, se da un cultivo inconsciente de la argentinidad que tiene un efecto palpable en nuestro ánimo. Sucede que este tipo de fenómenos sociales resultan instancias en las que se recupera el valor de lo simbólico. En este sentido, el 25 de mayo, nos brinda la oportunidad de restituir nuestros símbolos patrios al lugar de honor que se merecen: es tiempo de embanderar nuestras casas, lucir orgullosamente la escarapela y cantar el himno a viva voz. Más allá de que no sea suficiente para recuperar el ser argentino, son instancias desde la cual pensar nuevas estrategias.

Espacios abiertos y seguros

Sin habérnoslo propuesto a este fin, porque todo esto que vivimos era impensable, nuestros Santuarios, ermitas y predios, son espacios relativamente amplios, cuidados y con mucho verde. Por lo que se han constituido espontáneamente en lugares convocantes, espacios aprovechados, revalorizados y requeridos. Se han constituido así en preciosos oasis que admiten reuniones sin exponernos a riesgos. 

El campo abierto de lo virtual

Lo virtual continúa siendo una fuerte ayuda que nos da posibilidades impensadas en el pasado. La mayoría de las ramas han tenido encuentros regionales y nacionales. Días atrás se desarrolló la semana por el Santuario Original, bajo el lema “Luz para el mundo”, que convocó a miles de aliados del mundo entero. 

Más a nivel local, la propuesta del Papa del Rosario diario, rápidamente se articuló en el rezo por Zoom guiado rotativamente por referentes de los distintos Santuarios y Ermitas de todo el país. 

A fin de mes se llevará acabo la tradicional Jornada de Coordinadores Diocesanos ampliada. En esta oportunidad lleva el nombre de Jornada San José y nos impulsa el lema: “audaces en el riesgo, creativos en la misión”. La imagen de San José, su actitud audaz y servicial desde un segundo plano, nos ilumina en este próximo encuentro.

A la espera del Espíritu

Imploramos la venida del Espíritu que nos regale un nuevo impulso para continuar. Necesitamos al Espíritu que hace nueva todas las cosas. Que cada Santuario, Ermita y Santuario Hogar sea un pequeño cenáculo donde, en oración, junto a María, recibamos la venida del Espíritu. Les deseo también unas felices fiestas patrias. Que el Espíritu nos renueve en nuestro amor a esta tierra fecunda que el buen Dios puso bajo nuestros pies.

Quedamos en eso, permanecemos fieles. Los saluda y bendice,

P. Pablo Gerardo Pérez
Director Nacional