Vengo por una profunda necesidad interior

Vengo por una profunda necesidad interior

Autor: P. Daniel Jany, Rector Santuario de la Madre del pueblo de Paso Mayor

En Pascua de 1952 el P. Kentenich visita la población de Paso Mayor. Ya lo había hecho el 8 de Diciembre de 1948 para conocer la Capilla Escuela de adobe construida en 1922 y que por iniciativa del P. Maibach se había consagrado a la Madre tres veces Admirable. En ese momento promete volver con una imagen original de Nuestra Señora de Schoenstatt.

En el saludo inicial, el 12 de Abril, aclara que no sólo viene a cumplir esa promesa sino “por una profunda necesidad interior”. Si bien nunca lo explica expresamente, leyendo sus pláticas entre líneas se puede deducir que tiene que ver con esa fecha en que llega, importante para su vida y misión. Por eso el Secretariado del Padre Kentenich lo propone como lema para este 70º Aniversario del Santuario de Paso Mayor.

Sabemos que fue el 12 de Abril de 1894 el día en que su mamá tuvo que dejarlo en un orfanato, consagrándolo a la Virgen ante una imagen de Nuestra Señora del Rosario. Ese acto caló hondo en el corazón de José, que a sus 8 años comprendía poco lo que pasaba y realmente se sintió abandonado.

Cuando entra a los Palotinos y empieza los estudios superiores, toma conciencia plena de su problema familiar, lo que naturalmente desata una crisis en su interior. Fue su relación con María, centrada en esa consagración, la que le hizo comprender y aquilatar el amor de su mamá y desarrollar sus afectos de un modo nuevo, ya que experimentó a fondo la situación del hombre moderno, del que dice que se siente “ahí tirado” (como se puede traducir su cita de la derelicción de Heidegger), porque no le sirven las antiguas relaciones rígidas y predeterminadas que canalizaban el afecto del hombre antiguo.

En la conferencia con la que inicia su actividad como Director Espiritual de los alumnos de Schoenstatt se refiere a la importancia de “comprender el lenguaje del corazón” (por supuesto que sin contar todas las circunstancias), porque ¡él tuvo que aprender ese arte consigo mismo! Casi cincuenta años más tarde afirma que en aquella consagración del 12 de abril está germinalmente fundado el Movimiento que después surgió.

Podemos entonces suponer que en esa fecha quiso estar justamente aquí porque debe de haberse sentido identificado con un lugar y una comunidad que también estaba “ahí tirada”; por eso las referencias a la gente sencilla de la que nadie sabe nada, a la frase de los colonos de que todo se viene abajo, a los autos que los dejan atrás, a “Europa en Paso Mayor”, a que la Virgen es su párroco, etc. Sobre todo una frase que no por obvia deja de ser central, en la plática para la entronización de la MTA: “Todos necesitamos alguien que nos ame”.

Por cierto que habría sido más lógico festejar la Pascua en el recientemente bendecido Santuario Nacional o en otro lugar más conocido o visiblemente más importante. Sobre todo en ese momento tan especial de su vida en que se había desatado el conflicto con la Inquisición y tenía que marcharse a un lugar remoto.

Sin embargo el Padre Kentenich quiso usar la oportunidad de que fuese Sábado Santo para unir esa fecha tan marcada en su corazón a la Fiesta de la Pascua, para que en él mismo y en este lugar “jamás dejen de sonar las campanas” del Misterio de Jesús que Resucita. Por eso consagra el Santuario atribuyéndole a la Virgen el significativo título de “Madre del Pueblo”, para que María “tome las riendas en sus manos” “entregándole a Ella la responsabilidad por todos los que quieran participar de este Santuario” y así “se termine la tendencia de ir hacia abajo” y se produzca el milagro de “ir hacia arriba”, hacia lo alto.

Contemplando cómo se hace realidad su promesa de que después de cincuenta años “lo hijos y los hijos de los hijos seguirán hablando” de ese acontecimiento, confiamos en que desde este Santuario la Virgen María se manifieste cada vez más como “la Gran Misionera del Pueblo”, “ocupándose” de aquello que excede a nuestras fuerzas y “realizando también aquí el Gran Milagro de la transformación de nuestros corazones”.