Solemnidad de San José

Solemnidad de San José

Autora: P. Martín Gómez Asensio

Hoy 19 de marzo se celebra la Solemnidad de San José, Padre putativo de Jesús y esposo de la Santísima Virgen María. El 8 de diciembre del año 2020 se cumplieron 150 años desde que el Papa Beato Pio IX lo declarara Patrono de la Iglesia universal. Por ese motivo, el Papa Francisco dedicó todo el año a la persona de san José. Al inicio del año josefino el Papa Francisco, nos regaló su Carta Apostólica “Con corazón de Padre”, un hermoso texto en el que traza en siete características la paternidad de San José:

Lo describe como un “Padre amado”, totalmente dedicado a amar y servir a su esposa María y a Jesús, y por ello, con el paso de los siglos ha sido profundamente amado y venerado por el pueblo cristiano. San José es también el “Padre en la ternura”, quien encarnó para el niño Dios los rasgos de la paternidad de Dios. Asimismo, José fue “Padre en la obediencia”, pues a lo largo de toda su vida buscó hacer con diligencia y prontitud la voluntad del Padre.

San José es también “Padre en la acogida”, y en esa actitud él nos enseña a nosotros a acoger la vida como viene, con sus momentos alegres y duros, con sus luces y sombras, y a tomarla como un camino constante de crecimiento, madurez y santificación.

En su paternidad San José se nos muestra también como el “Padre de la valentía creativa”, que supo ver en las dificultades y problemas una oportunidad para crecer y ser fiel al querer de Dios. Lejos de vivir resignado, o paralizado por el miedo, San José se nos muestra, por la lectura de los evangelios, como una persona audaz y decidida que supo enfrentar las diferentes circunstancias de la vida con confianza y valentía, siempre amparado en la Divina Providencia.

San José fue el “Padre trabajador” que con su duro y humilde oficio de carpintero nos enseñó la dignidad del trabajo y a tomarlo como un medio de santificación y una concreción del amor a los demás.

Por último, fue un “Padre en la sombra”, pues en su humildad y silencio, viviendo un amor puro y casto, con su presencia discreta y oculta, nos enseña a ser instrumentos del Padre en nuestra propia vida.

El Padre José Kentenich, fundador del Movimiento apostólico de Schoenstatt, fue un gran devoto de San José y se dejó siempre inspirar por él, tomándolo como modelo y padre ejemplar. Para el Padre Kentenich, siguiendo la enseñanza de la doctora de la Iglesia Santa Teresa de Ávila (Cfr. Su obra “Vida”, cap 6), San José es un especial patrono de la vida interior y de la oración, ya que él vivió en una constante intimidad con Jesús, el Hijo de Dios, y con la santísima Virgen. Por eso mismo, San José también nos enseña de modo muy especial a vivir en alianza de amor con María. En una prédica del año 1934 afirmó:

“San José amó a María también, la apreció, protegió y reconoció como el gran tesoro de su vida. ¿No debería consistir su misión principal en enseñarnos a amarla, a comprenderla, a quererla sincera y cordialmente?”.

Asimismo, el Padre Kentenich ve a san José como el modelo del santo de la vida diaria, de esa santidad “de la puerta de al lado”, como la ha llamado el Papa Francisco. Nos dice el Padre Kentenich: “por amor a su esposa, por amor a Dios, cumplió con sencillez sus obligaciones cotidianas. Él es el gran modelo del santo del día de trabajo” (Plática de 1934). Por el hecho mismo de ser la cabeza de la Sagrada Familia de Nazareth, San José es un especial patrono de todos los matrimonios y de las familias. A él le las intenciones de la vida conyugal y familiar, y también las necesidades económicas y laborales de todo tipo. Dice el Padre Kentenich:

“San José, que durante su vida llevó sobre sus hombros tantas preocupaciones materiales por el bienestar físico de la Madre y del Niño, posee también una fina comprensión de nuestras propias necesidades materiales. Por eso, a él le incumbe principalmente cuidar de nosotros en lo que respecta a dinero y salud.”

Por este motivo, el Padre Kentenich lo llamó varias veces como “Padre del Pan”, sobre todo en momentos de dificultades.

¿Cuál fue la actitud fundamental de san José ante Dios? El Padre Kentenich nos enseña que la actitud fundamental de san José ante Dios fue una encarnación de la petición del Padre Nuestro: “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. A san José se lo define en el Evangelio como “hombre justo” (cfr Mt 1,19), es decir, como alguien para quien hacer la voluntad de Dios en su vida era lo primero y principal. Ese es el sentido de la palabra “Justo” (dikaiós, en griego y Zadik, en hebreo) en la Sagrada Escritura. Un hombre justo, una mujer justa, es alguien que cumple fielmente y por amor los mandamientos del Señor, alguien que procura siempre hacer su voluntad, alguien que evita el pecado y el mal, pues teme ofender a Dios y desagradarle con sus acciones. Dice el Padre Fundador:

“En rasgos generales la sagrada Escritura caracteriza su personalidad con estas palabras: era un varón justo. ¿Qué quiere decir esto? Un hombre que conocía una sola cosa, que consideraba una sola cosa, que aspiraba a una sola cosa en toda su vida: someterse al Plan de Dios, cumplir su voluntad” (Prédica de 1966).

Asimismo, siguiendo la rica tradición de al Iglesia, San José es invocado y llamado por el Padre José Kentenich como un especial custodio y modelo en la virtud de la pureza:

“San José es elegido como protector y custodio de la virginidad de María. ¡Qué estrecha fue su convivencia! ¡Qué grande, qué heroicamente grande ha de haber sido el espíritu de pureza y virginidad de San José y el estar interiormente captado por la dignidad sobrenatural, divina, que brillaba en el rostro de su mujer!” (Prédica 1950).

Para el fundador de Schoenstatt, San José, junto con San Miguel arcángel, fue llamado “el Guardián del misterio de Schoenstatt” (Prédica de 1952). Su tarea fue cuidar al Niño y su Madre, y eso lo sigue haciendo especialmente custodiando el misterio de Schoenstatt, por ese motivo, “San José debe ser el patrono de nuestra familia” (Prédica de 1950). La misión de San José la debemos asumir todos nosotros: cuidar, amar, servir y estar al servicio de Jesús, el Niño, y de su Madre Santísima. Tomemos a san José como nuestro Padre y especial modelo y protector.