Carta de Alianza enero 2022

Carta de Alianza enero 2022

Querida familia de Schoenstatt Argentina:

¡Bendecido día de Alianza! El primero de este nuevo año. Los saludos desde los pagos de nuestro cura gaucho, San José Gabriel del Rosario Brochero, a dos días de una fecha histórica para el Schoenstatt argentino: los 70 años de la bendición del Santuario Nacional. Nos unimos, más allá de los lugares donde nos encontremos, para renovarnos en las gracias que dieron origen a nuestro Movimiento, y de esa manera, relanzarnos en los nuevos desafíos que el presente nos depara. Que, a decir verdad, no son pocos. 

Tercera dosis

Porque pocos se imaginaban que íbamos a volver a estar complicados con la pandemia. Los fantasmas reaparecen. La inseguridad, el miedo y el desvalimiento vuelven a rondar cerca nuestro. A pesar de sabernos en las manos del Padre. Quizás sea un pedido de Alianza a la Mater en este día: su protección y una tercera dosis de paciencia y paz a la hora de vivir esta nueva ola de la pandemia.

No nos cansemos de percibir este tiempo como una oportunidad de crecimiento y maduración espiritual. El Papa al comienzo de su libro Soñemos juntos nos recuerda:

“La vida nos prueba…Es así como crecemos. En las pruebas de la vida se revela el propio corazón: su solidez, su misericordia, su grandeza o su pequeñez. Los tiempos normales son como las almidonadas formalidades sociales: uno nunca demuestra lo que uno es. Sonreís, decís lo correcto y salís de la estacada, sin mostrar jamás quién sos en realidad. Pero cuando pasás por una crisis, ocurre todo lo contrario: te pone ante la necesidad de elegir. Y al elegir, se revela tu corazón.”1

Un Santuario Tabor del Padre

El P. José Kentenich vio plasmada su experiencia de consagración a la Virgen a los 9 años y el acto que interiormente realizara con los primeros congregantes en aquel 18 de octubre de 1914 en el rito, la liturgia y toda la dinámica de vida que implica la Alianza de Amor con María.

Algo similar le ocurrió en torno al 20 de enero. En aquel 20 de enero de 1942 captó vitalmente la importancia de su persona para la familia de Schoenstatt y cómo ese vínculo era una profundización en la Alianza de Amor.  La manifestación del misterio de ser hermanos, hijos de un mismo Padre y Madre.

La corriente del Jardín de María fue una primera expresión comunitaria espiritual de aquella experiencia y los actos filiales fueron nuevas plasmaciones litúrgicas de aquel mismo espíritu. Intuyo que en la construcción del Santuario de Nuevo Schoenstatt, el P. Kentenich vio también que el santuario mismo era una expresión de su paternidad. Un santuario donde se experimentan las glorias de María, su cariño maternal que acoge, su mirada tierna que transforma y su fecundo amor que mueve a compartir la experiencia, y donde también se experimenten las glorias del Tabor original, aquel donde el poder de Dios Padre se manifestó potentemente. 

Acogida misericordiosa e incondicional del Padre que remueve lo más profundo de nuestro ser. Dios me ama simplemente porque soy suyo y no tengo necesidad de hacer nada para ganarme ese amor. ¡Cuánta solidez le da esa experiencia al hijo! y ¡cuánta proyección valiente y creativa le genera al mundo! Nuestra espiritualidad, confirmada y ampliada por psicólogos nos habla de la capacidad sanadora, las bondades y la riqueza de este potente vínculo paterno/filial. 

Aquella experiencia original del Tabor fue para los discípulos una fuerte vivencia del poder de Dios, del Padre, Yahvé, el Dios de la alianza que quiso ser escuchado y amado a través de su Hijo predilecto2. Quizás esta experiencia de Tabor del Padre es lo que el P. Kentenich soñó para nuestro Santuario Nacional. De allí el especial interés en su construcción y bendición. Se involucró, se esforzó, llevó al margen las limitaciones disciplinares que tenía a la hora de bendecirlo. Quizás lo vio como un paso natural también. La Madre siempre nos lleva al Padre.

Argentina, tierra fecunda…

Argentina ha sido protagonista en la historia del Schoenstatt internacional. Algunos acontecimientos que lo corroboran (a modo ejemplificativo, sin ánimo de exhaustividad):

  • La corriente de los actos filiales nace en estas tierras del Plata y de aquí se expanden internacionalmente;
  • Los primeros miembros de la comunidad internacional de los Padres de Schoenstatt fueron ordenados en nuestro país;
  • El desarrollo de la Campaña del Rosario de la Virgen Peregrina: si bien, Don Joao Luiz Pozzobon es el fundador carismático, es innegable que quien le dio cauce, amplitud y proyección pastoral internacional fue nuestro querido P. Esteban Uriburu.

Además, como argentinos, tenemos un sentimiento colectivo de sabernos un pueblo bendecido por Dios. Está claro que nuestra tierra, historia y cultura son muy ricas y fecundas. Gracias a Dios, nuestra historia no está marcada por guerras cruentas que duran siglos en cicatrizar.

…y, sin embargo, con grietas

Quizás lo que nos lleva a confrontaciones sea que nos vemos movidos e influenciados por ideologías, que en sí mismas, a priori, podrían no llevarnos a confrontaciones directas, más bien podrían enriquecernos. Sin embargo, el desarrollo histórico, con consecuencias donde se llegó incluso a la confrontación violenta, ya nos condiciona. Es verdad que hay una grieta. 

En realidad, después de aquella primera caída de nuestros primeros padres (Gn 2), siempre existió la grieta. Es la consecuencia del pecado. El pecado nos agrietó. A cada uno en particular y como sociedad en general. No temamos ante la grieta. Jesús ha vencido al mundo (Jn 16,33). Tampoco la agrandemos ni hagamos apología de ella. Nosotros mismos no lograremos esa unidad que como cristianos soñamos. Es fruto de la acción del espíritu. Tenemos que dejarlo actuar. No resistirnos. Toda mirada condenatoria, despectiva, enemiga, agrava la grieta. El no hacer el esfuerzo por empatizar, comprender y salir hacia el otro me empobrece y cierra caminos de encuentro.

La gran visitación de María

María respondió generosamente ante el pedido de aquellos primeros aliados “argentinos”. Se estableció en Nuevo Schoenstatt y desde allí comenzó una gran visitación. Recorrió mucho más que los 144 kilómetros que hay desde Nazareth a Ain Karem, la casa de su prima Isabel. María ha visitado un sin número de ciudades y pueblos de gran parte de las diócesis de nuestra patria. Se ha quedado mucho más que tres meses en ermitas y santuarios. En estos 70 años se han bendecido miles de ermitas (imposibles de contar, aunque varias veces hubo intentos de hacerlo) y 20 santuarios filiales más, haciendo realidad las palabras del P. Kentenich: 

“Dios bendiga a Nazaret (Provincia de las Hnas de Arg y Uruguay) y que él bendiga al mundo, que bendiga, sobre todo, a los países de cultura hispana” (P.Kentenich, Nva Helvecia, 22/6/47)

Cada generación tiene que hacer su recorrido. Recibir la herencia, hacerla propia3 para finalmente entregar la posta a las generaciones venideras. El desafío es asimilar el carisma creativamente, respondiendo a los desafíos de la época. Existen dos peligros en los que se podría caer. Uno, fosilizar el carisma como si se tratara de algo sin vida que hay que mantenerlo, tal como nos los advertía el Papa Francisco:

“A mí también me preocupa, que mantengan el carisma y lo transmitan, de tal manera que siga inspirando y sosteniendo sus vidas y su misión. Ustedes saben que un carisma no es una pieza de museo, que permanece intacta en una vitrina, para ser contemplada y nada más. La fidelidad, el mantener puro el carisma, no significa de ningún modo encerrarlo en una botella sellada, como si fuera agua destilada, para que no se contamine con el exterior. No, el carisma no se conserva teniéndolo guardado; hay que abrirlo y dejar que salga, para que entre en contacto con la realidad, con las personas, con sus inquietudes y sus problemas. Y así, en este encuentro fecundo con la realidad, el carisma crece, se renueva y también la realidad se transforma, se transfigura por la fuerza espiritual que ese carisma lleva consigo.”4

El otro peligro es desvirtuarlo, alejarse de las fuerzas que le dieron origen5. Es una tensión creadora que hay que saber conducir, no con miedo, sino todo lo contrario, con audacia y valentía, sabiendo que el carisma es un regalo del espíritu y por eso se lo vive con humildad. No somos sus dueños. 

Una ayuda que asegura la fidelidad de los pasos que vamos dando es la gran familia de Schoenstatt. Es lo que vive la Iglesia en general. No solo el magisterio, sino fundamentalmente el sentir del pueblo fiel va marcando la ortodoxia en la manera de vivir la fe. Llevado a la conducción es el valor de lo sinodal que tanto remarca el Papa. El hacer el camino juntos nos ayuda a no desviarnos. ¡Pero tenemos que avanzar! Que este hito histórico, estos 70 años de la Mater en Argentina, nos regalen esa gracia de seguir siempre hacia adelante.

Los saluda y bendice,

P. Pablo Gerardo Pérez

Director Nacional

Movimiento Apostólico de Schoenstatt Argentina



1Francisco, Soñemos juntos, pág.1

2En Cristo, cada uno, está llamado a hacer esta experiencia de amor de predilección del Padre.

3Típico pensamiento Kentenijiano: “Lo que recibiste de tus mayores, conquistalo para poseerlo.”

4Papa Francisco a los Padres de Schoenstatt, 3 de Septiembre del 2015. http://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2015/september/documents/papa-francesco_20150903_sacerdoti-schonstatt.html

5Es otro pensamiento citado reiteradamente por el P.K.: “Todo Reino se mantiene con las fuerzas que le dieron origen”