Reencender el fuego

Reencender el fuego

2021 EN MARCHA

Comienza marzo y con él, la parte más seria del año. Un marzo único, después de tantos meses de incertidumbres, pruebas, soledades y desconciertos. El P. Pedro Kühlcke, de la comunidad de los Padres de Schoenstatt nos acerca estos párrafos traducidos por él y que corresponden  a una plática del fundador a sacerdotes que participaban en sus retiros en el año 1935. Tiempos difíciles también aquellos, cuando los nacionalsocialistas ya estaban muy fuertes en Alemania y empezaba su persecución a la iglesia católica.

Una potente invitación a encender la antorcha y vivir Schoenstatt en salida, incluso desde casa.

Textos. P. José Kentenich, El hombre redimido, Ejercicios espirituales para sacerdotes, 1935.

Traducción: P. Pedro Kühlcke

Hasta hace poco, probablemente estábamos enterrados en nuestro trabajo, al servicio de Dios por supuesto. Pero ahora, Dios puso entre signos de pregunta muchas de las obras de nuestras manos – hemos quedado desconcertados, nos hemos vuelto más contemplativos y solos, solos con nosotros y solos delante de Dios.

Tenemos actualmente un fuerte anhelo de comprender al Dios que irrumpió en nuestras vidas, al Dios que nos habla a través de esas irrupciones y a través de los golpes de destino de nuestro tiempo.

Los golpes del destino son una tarea gravemente obligatoria ante los ojos espirituales de las personas maduras; Dios les pide que la resuelvan. Por eso es evidente para nosotros que de todo lo que hoy late y sopla hacia nosotros, no solo saquemos la conclusión: tenemos que ser bomberos que quieran apagar los fuegos que se nos lanzan a nosotros. ¡No, no, eso sería muy poco! Podemos y debemos concluir: Dios quiere vernos como lanzadores de fuego. Nosotros mismos tenemos que arrojar chispas y fuego al otro campo.

Para decirlo de manera más simple: no debemos pensar que hemos cumplido con nuestra tarea si solamente practicamos el combate defensivo. Entonces aún no hemos ganado. Solo habremos salido victoriosos cuando la Iglesia haya llegado a través de nosotros hacia un nuevo florecimiento querido por Dios, delineado y marcado por las batallas de hoy.

Tenemos una doble tarea por delante: tenemos que extinguir los fuegos fatuos que han sido expuestos desde el otro lado; y tenemos que volver a encender nuestras propias luces que están atenuadas.