Perfecta filial de Schoenstatt

Perfecta filial de Schoenstatt

Autor: P. José Luis Correa Lira



Un día 20 de mayo, en 1949, se bendijo el primer Santuario de Schoenstatt en Chile, Bellavista, La Florida (Santiago), como ‘perfecta filial de Schoenstatt (original)’. Esto ocurrió cuatro años después de que el Padre Kentenich salió vivo del Campo de Concentración de Dachau, en el que estuvo preso tres años y un mes, hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Él pronunció la homilía ese día, en la cual hacía referencia, entre otras cosas, a que ‘siempre ocurre algo grande cuando lo divino irrumpe en lo temporal.’ Y depositaba su confianza en que desde ese lugar surgiría un gran movimiento de renovación.

Soy uno de los testigos posteriores que puede acreditar que la generación presente en ese acontecimiento y los días posteriores, así como las sucesivas que han venido después, hemos creído en todo lo que allí ocurrió.

Unos días más tarde afirmó proféticamente que ese lugar es santo, porque la Virgen ha escogido ese terruño y porque desde ese lugar saldrían, crecerían y trabajarían fecundamente hombres santos y en ese lugar se impondrían, sobre débiles hombros, tareas santas, que santifican.

No puedo dejar de pensar que de entre los jóvenes de Schoenstatt de esa época haya ya un par en proceso de reconocimiento por su vida de santidad, lo más importante en la vida de un católico. Pude conocer a uno de ellos, el padre Hernán, fundador de María Ayuda y de las Misiones Familiares Católicas, y soy testigo de la santidad de un tercero, el padre Humberto Anwandter.

También ha habido personas influyentes en distintas áreas de la cultura (política, economía, educación, arte, etc.)

En la otra plática, la del 31 de mayo, afirmó con no menos carácter profético (‘misión de profeta trae consigo suerte de profeta’ y el Papa Francisco lo reconoció como tal hace casi 6 años) y desafiante que la Virgen nos quiere usar (desde allá) para ganar una influencia más poderosa en la forjación de los destinos de la Iglesia en el espacio cultural de Occidente, misión de salvataje desde los santuarios filiales. Creo que algo se ha logrado.

Bellavista es el Santuario Cenáculo, en el que conocí y me decidí por la misión de Schoenstatt. Como compartí en otra reflexión: ahí fui confirmado y ordenado sacerdote. Ahí me consagré en Alianza de Amor a la Mater, al puro inicio de 1980.

Interesante que el fundador de Schoenstatt hiciera mención a la imagen de la Virgen del Cerro San Cristóbal, en pleno centro de Santiago. Decía que arriba, en la cumbre del cerro está la Inmaculada (el ideal al cual aspirar) y en el valle se erigía el Santuario como su taller de formación de la nueva comunidad en base al hombre nuevo renovado en Cristo. Propuso a la Virgen como educadora maternal del pueblo: “Desde ahora en adelante Ella debe reinar y regir aquí y desarrollar su actividad educadora”.

Vinculado a ese lugar de gracias especiales, los bendigo de corazón.

P. José Luis Correa
p.jlcorrealira@gmail.com



Algunos han pedido que sugiera literatura; aquí van dos recomendaciones:

-Peter Wolf (Ed.) El santuario, fuente de vida. Textos escogidos del P. José Kentenich. Nueva Patris. Santiago, Chile, 2011.

-Hernán Alessandri. ¿Qué significa el santuario de Schoenstatt? Editoral Patris.