Patria, Reino y corazón de María

Patria, Reino y corazón de María

Autor: Roberto Quiroz, Pastoral en Contextos de Encierro. Liga Apostólica de Familias, Mendoza.

Con frecuencia, ante cada acontecimiento importante la coronamos a Ella como “Reina de la Patria” y le entregamos a nuestra Madre, en forma de corona, todos los padecimientos de nuestra Argentina.

Lo hacemos tranquilos, lo hacemos sabiendo que Ella llevará a su Hijo y será Él mismo quien domine los acontecimientos.

Nuestro papa Francisco, nos ha planteado ser una Iglesia en salida. El pedido no es nuevo para nosotros ya que el padre José Kentenich, todo un adelantado a los tiempos, nos proponía un movimiento en salida.

Como aliados a la Mater, como apóstoles de la fe seguros en el Evangelio, somos luz: una luz que no debemos guardar para nosotros, sino llevarla a la patria. Y como bien nos pidió el Fundador, debemos hacer de esa luz un Schoenstatt en salida.

No podemos permanecer en silencio, apagados. Tenemos un ejemplo. Un hombre de porte pequeño, con serenidad, llevando como única “arma” la Palabra, el Evangelio en mano, fue capaz de sortear cualquier obstáculo, perdió su libertad, manso, tranquilo, firme, sin agachar la cabeza y a plena fe. Se entregó y dio comienzo a un movimiento que un siglo después sigue creciendo.

Él tuvo la grandeza de entregar su corazón a la Mater. Ella (que no se deja ganar en generosidad), respondió multiplicando ese amor el ciento por uno y más. Ella contestó su amor y trascendió no solo las fronteras y ganó “aliados” en todo el mundo.

Tan claro tuvo su objetivo el Padre José, que en medio de las dos guerras mundiales fue capaz de fundar un movimiento que no tuviera confines, se afincó luego en América, se instaló entre nosotros y aún se siguen levantando y siguen creciendo Santuarios a lo largo y ancho de la geografía argentina.

Ya a más de 50 años de la partida al cielo de su fundador, Schoenstatt sigue atrayendo corazones en Argentina. De la mano del Padre José, a lo largo del mundo, y en toda nuestra patria, Ella formó un gran Rosario humano, donde cada uno de nosotros es una cuenta, cada uno de nosotros se hace oración y cada vez que el país así lo demanda cada aliado es una plegaria.

En el año jubilar de la Misericordia, Ella nos inspiró a salir al encuentro de los presos. Ella no se queda quieta, permanece en salida y llega hasta el más apartado de los rincones. Sus hijos sabemos que Ella abre los caminos más insólitos.

Desde nuestro Santuario “Nazareth del Padre, Tierra de Unidad” salimos “rosario en mano” al encuentro de sus hijos privados de libertad. Llevamos una imagen suya y Ella se instaló vencedora. Entre los presos se quedó en la humilde capilla de la cárcel y ya no quiso regresar. Ahí, donde sus hijos sufren, permanece Ella.

A Ella le rogamos que cure un país herido, le pedimos por la patria, la coronamos reina de la Argentina, le reclamamos que se haga cargo de esta situación que supera nuestra pequeñez. También al Padre Fundador sabiendo que vivió bajo su absoluta entrega, le pedimos que interceda.

Como cuentas de su rosario universal construido a fuerza de entrega, debemos ser insistentes. Desde Schoenstatt, Alemania hasta América, en toda Argentina y hasta en los rincones, en las cárceles, debemos desde nuestro Santuario del Hogar ser oraciones vivas por nuestra patria.

Debemos seguir en salida y confiados por los caminos que abriera nuestro Padre José. Sus pasos y la oración nos llevan a una Patria peregrina, una Patria en salida, una Patria que instalada en playas, llanuras, cerros o cárceles es siempre Santuario y también Reino y corazón de María.

Roberto Quiroz, Pastoral en Contextos de Encierro
Liga Apostólica de Familias, Mendoza