Medios ascéticos: herramientas de vida

Medios ascéticos: herramientas de vida

Como Movimiento de educación, Schoenstatt tiene su propia pedagogía, gestada en el alma del Padre Kentenich como una síntesis creadora de las ricas experiencias de la Iglesia a lo largo de los siglos. Se trata de una pedagogía de ideales. La meta es el “hombre nuevo en la comunidad nueva”: es el hombre libre, solidario, creador de historia y filial ante Dios. Cada persona tiene una misión de vida: su “ideal personal”, un horizonte vital de plenitud que lleva a la santidad en lo cotidiano. ¿Es posible conocer este proyecto de vida, formularlo y vivirlo día a día? La respuesta es sí y en esta nota te invitamos a profundizar en cómo hacerlo.

Autor: Hugo Barbero



Schoenstatt surge como inspiración de Dios en un hombre, José Kentenich, como respuesta divina a las necesidades humanas de este tiempo.


El P. Kentenich, ya en el Acta de Prefundación del Movimiento, señala la autoeducación como imperativo del tiempo y afirma que “no se necesita un conocimiento extraordinario del mundo y de los hombres para darse cuenta de que nuestro tiempo, con todo su progreso, no consigue liberar al hombre de su vacío interior” (dicho en 1912 ¿perdió vigencia?). Más adelante agrega que “hay un mundo, siempre viejo y siempre nuevo, el microcosmos, el mundo en pequeño, nuestro propio mundo interior, que permanece desconocido y olvidado. Solo lo más profundo, lo más íntimo y esencial del alma humana es, con demasiada frecuencia, descuidado”.

Es el mismo Kentenich quien define la santidad como “la capacidad de percibir las inspiraciones del Espíritu Santo y corresponder a ellas”.


De todo lo anterior surge un interrogante ¿cuál es la cuerda sensible que vibra en el ser humano ante las insinuaciones del Espíritu Santo? La respuesta indudable será que esas inspiraciones tienen lugar en “lo más íntimo y esencial del alma humana”, es decir en aquel mundo interior “desconocido y olvidado”.

Cabe preguntarse, entonces, qué busca la ascética orgánica de Schoenstatt.


No es una ascética que tienda a una armonía meramente natural, a un autodominio imperturbable que nos permita afrontar, sin inquietarnos, los avatares dela vida.


No, la ascética orgánica de Schoenstatt no puede separarse, justamente por orgánica, de su significado trascendente, es decir de su sentido religioso.


Religión significa religar (volver a ligar) al hombre, preso de su vacío interior, con el Dios que vino a buscarlo, creándolo, redimiéndolo y hablándole a su alma a través de las inspiraciones del Espíritu Santo.

Ese Dios lo buscó desde siempre, desde siempre lo soñó: “mi alma conocías cabalmente y mis huesos no se te ocultaban cuando era yo formado en lo secreto“. Esta certeza vital, que se expresa desde el salmo 139, es la que lleva al P. Fundador a manifestar: “Cada uno debe poder sentir: “yo soy la ocupación predilecta de Dios”.


Amor de predilección no es amor de exclusividad, pero si es una opción personal de Dios por cada uno de sus hijos, como PADRE que es. A ese hijo, a cada uno, a mí… A MÍ me ama de manera predilecta, con lo que soy y tengo, a ese hijo, A MÍ, me transfiere una pequeña porción de su ADN para que configure mi ser a su imagen y semejanza.
Tanto me ama que me ofrece, a través de su Madre, sellar una Alianza.


En esa Alianza me regala su amor personal, a mí, no a otro sino a mí. No soy un N.N. para Él y es por eso que me habla cada día, a cada paso, en el fondo de mi alma, anhelando que sea capaz de percibir las insinuaciones del Espíritu Santo y de corresponder a ellas. Corresponder desde el amor y no desde la obligación, desde lo magnánimo y no desde lo mínimo. “El amor es el compendio de todo lo que Dios espera de sus hijos“, Padre Kentenich.

El llamado a ese amor magnánimo contrasta con mi comodidad, mi conformismo, mi tendencia a la mediocridad. Aun cuando el espíritu humano sea sensible y receptivo, choca contra una voluntad débil. Es por eso que darle esa respuesta me exige esfuerzo y lucha y tiempo (lo que el Padre llama procesos de vida).


Los medios ascéticos son mi manera concreta de vivir la Alianza, mi manera de permitir que su gracia transforme esta naturaleza rebelde que me domina (pasión dominante) en naturaleza capaz de “percibir las inspiraciones del Espíritu Santo” y corresponder a ellas y tratar, así, de responder desde lo más íntimo de mí ser (Ideal Personal).


“Cada uno lleva en su interior una imagen de lo que debe llegar a ser
y hasta que no lo consiga su paz no será plena”
– Padre Kentenich –

Los medios para alcanzar una meta tan elevada parecen ser desconcertantes por simples: autoconocimiento, trabajo en base a propósitos, llevar un horario espiritual, realizar un examen particular, acercarme con frecuencia a una Reconciliación con Dios. Realizar pequeños actos, cargados de significado, que sean expresión, camino y seguro de actitudes QUERIDAS POR DIOS para mí.


Actitudes que Dios sembró, con su ADN, en mi propio mundo interior, ese que Él busca recrear porque permanece con frecuencia desconocido y olvidado.


“¿De qué se trata? Por supuesto, de una manera de educar que hoy en día se presupone, pero que todavía es imposible. Como verán para una masa tan grande como la que hoy representa la Iglesia no se puede esperar de hoy para mañana PASAR DE UNA PIEDAD DE PRESCRIPCIONES O DE PRACTICAS A UNA PIEDAD DE ACTITUDES. Creo poder decir, incluso, que si Dios no crea una familia propia que tenga una prolongada misión en ese sentido, no podemos esperar para nada que la Iglesia obtenga ese regalo en un tiempo previsible. Y digo, si no crea una familia. Esa familia SOMOS NOSOTROS. Dios creará también otras familias, si es su voluntad.” (Conferencia del 10/ 2/ 68).


Las actitudes de vida se transparentan a lo largo del día en esa bitácora del alma que es el Horario Espiritual. De no ser así nuestra vinculación a Dios y nuestra vivencia del Ideal Personal quedarían reducidas a un catálogo de buenas intenciones. Hay que poner en juego la voluntad y, cómo Cristo lo hizo, hay que poner el cuerpo, como en la cruz.
La pedagogía propuesta por Schoenstatt es un llamado libre a vivir altos ideales, a ser magnánimos. No buscamos la repetición de rutinas obligatorias.


Generar una actitud de vida, desarrollar esa actitud fundamental del alma es algo que en un tiempo que no logra liberar al hombre de su vacío interior, no conseguiré sin lucha y sin ayuda de la gracia. Solo así podré vivir lo que Dios espera suscitar en mí: UNA SANTIDAD SENCILLA, SIMPLE Y COTIDIANA