Experiencia vivida en el CIOF 2023, Asunción, Paraguay

Experiencia vivida en el CIOF 2023, Asunción, Paraguay

Del 4 al 7 de mayo se realizó en Paraguay el Congreso Internacional de la Obra de Familias de Schoenstatt (CIOF) donde 154 matrimonios y 43 asesores -Padres de Schoenstatt, Hermanas de María y Señoras de Schoenstatt-, provenientes de 20 países de América y Europa se encontraron para conocer y reflexionar sobre las propuestas que brinda Schoenstatt a las familias de nuestro tiempo. Compartimos el testimonio de un matrimonio que integró la delegación argentina.

Autores: Claudia y Pedro Eguizábal, Federación de Familias, Mar del Plata

Escuchar que hay un encuentro de Schoenstatt nos genera un gran entusiasmo, porque Schoenstatt es nuestra familia, nuestra pertenencia y seguro será algo bueno. Así fue cuando nos enteramos del Congreso Internacional de Obra de Familias de Schoenstatt que se realizaría a principios de mayo en Paraguay. Lo pensamos, ofrecimos el esfuerzo económico (importante para nosotros aunque ni siquiera constituyó ese 2% de dinero que decía el PK para emprender algo) y nos pusimos en camino.

Todo el tiempo de pre gustar no estuvo exento de imponderables, lo cual reafirmaba

nuestra decisión de que este era el camino. Dejamos en manos de nuestra Madre la decisión y a Ella nos encomendamos. Así decidimos hacer en auto el viaje de 1700 km desde Mar del Plata hasta Asunción. Sí, en auto, aunque la mayoría iba en avión y contra todas las opiniones persistimos en la decisión. Organizamos el pedido de las vacaciones en el trabajo y nos concentramos en disfrutar el largo trecho, porque iba a ser con paradas.

Cuatro días de relax en las Termas de Federación prepararon el cuerpo y el alma para el encuentro. De nuevo el camino nos llevó hasta Asunción, Paraguay. El primer recibimiento fue en la puerta del Hotel Sheraton, sede del congreso, desde donde nos dirigimos al Santuario Joven.

Corazón de familia

El ambiente de familia nos envolvió y nos sentimos como en casa. El reencuentro con caras conocidas, las sonrisas de los desconocidos, el afecto indescriptible de la familia paraguaya, la emoción de ver banderas de los distintos países desplegadas con patriotismo y devoción. Hasta el último detalle, como el repelente para el mosquito del dengue incluido en el kit de bienvenida.

Pequeña presentación improvisada de las comunidades mientras llegaba la totalidad de hermanos para comenzar. La inauguración del evento fue la Misa. Luego de intercambiar saludos fue hora de irnos a descansar ansiosos por el encuentro del día siguiente.

Todo estuvo perfectamente pensado y tenido en cuenta, aunque no faltó el imprevisto de la lluvia. Como siempre ahí estaba la mano educadora de la Mater que nos recuerda que debemos hacer todo como si dependiera de nosotros confiando en que está en las manos de Dios. Fue un congreso perfecto, desde la organización, horarios de charlas, ambiente, abrazos, fotos, hasta el café o te caliente, el jugo de naranja y los bocaditos.

“Alegría, Admiración y regocijante Ambiente” decía el Padre José Luis Correa de Costa Rica, Coordinador Continental del Movimiento de Schoenstatt, definiendo el encuentro en su primer día.

Algo que en lo personal no nos generaba intranquilidad, pero sí estuvo bueno que se tratara, fue la situación de la causa del Padre Kentenich. Y fue de la boca del postulador, Padre Eduardo Aguirre de Chile junto al aporte filosófico y preciso de la Hermana Elizabeth. El hecho que apareciera esta denuncia que atenta contra la moralidad del Fundador nos confirma el camino: “somos hijos de la guerra, no nos vamos a quejar por una milanesa fría…”

Comunidad de anhelos

Después vinieron los talleres, destacando la organización, la puntualidad y lo reconfortante del lugar. Ante la abundancia de propuestas comenzamos a separarnos y a correr para no perdernos ningún tema elegido. Entre talleres de lujo, cenas culturales impecables, llegamos al domingo, día de cierre del CIOF 2023 en Tuparendá, tierra de Dios.

En medio de una lluvia de bendiciones, porque llovía torrencialmente, nos dieron la bienvenida familias vestidas para la ocasión con sus atuendos patrios. Luego de trabajar en un último taller separados por la Liga, la Federación e Instituto, vinieron las conclusiones y puesta en común. En un gran almuerzo, nos sorprendieron con un asado majestuoso y bailes típicos.

Al llegar las despedidas por países, los argentinos lo hicimos orgullosos con camisetas y la pelota de fútbol, bandera desplegada, y la canción de “Muchachos…” con la letra un poco modificada.

La Madre nos recibió en su Santuario, en la imponente iglesia de la Trinidad, un lugar maravilloso y hermoso en tono con el significado de Schoenstatt. Durante el encuentro fuimos una gran familia, que no se quería despedir. Hubo intercambios de contactos con 20 comunidades diferentes: Alemania, Argentina, Austria, Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, España, Estados Unidos, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Polonia, Puerto Rico, República Dominicana.

“¿Conoces aquella tierra cálida y familiar que el amor eterno se ha preparado: donde corazones nobles laten en la intimidad y con Alegres sacrificio se sobrellevan donde, cobijándose unos a otros, ¿arden y fluyen hacia el corazón de Dios donde con ímpetu brotan fuentes de amor para saciar la sed de amor que padece el mundo?”

“Yo conozco esa maravillosa tierra: es la pradera asoleada con los resplandores del Tabor, donde reina Nuestra Señora tres veces admirable en la porción de sus hijos escogidos, donde retribuye fielmente los dones de amor manifestando su gloria y regalando una fecundidad ilimitada. ¡Es mi terruño, es mi tierra de Schoenstatt!” [1]

Como matrimonio vivimos con gratitud esta rica experiencia y estamos convencidos de que lo trabajado es un excelente caudal de herramientas para compartir con nuestras comunidades y seguir creciendo en nuestro trabajo en, por y con las familias.

A modo de despedida les enviamos, unidos en María, un Kunu’u (en guaraní, abrazo desde el alma).


[1] Extracto del CÁNTICO AL TERRUÑO, Hacia El Padre, P. José Kentenich