Entrega del Vestido de Hermanas de María

Entrega del Vestido de Hermanas de María

Autora: Sofía María Fazio desde el Santuario Jardín de María en Tucumán.

 

El sábado 27 de octubre fue un día de fiesta para toda la familia de Schoenstatt en Argentina. Seis jóvenes que formaban parte de la Juventud Femenina recibieron su vestido de Hermanas de María y consagraron por entero su vida a Dios, cumpliendo la misión que Él les encomendó en la tierra por medio del Movimiento Apostólico de Schoenstatt.

 

Nuevas Hermanas de María

Ellas son la Hermana Nadya María (Bebu Cicconi, de Mendoza), Hermana María Victoria (Vico Herrera, de Buenos Aires), Hermana Teresita María (Fati Repetto, de Salta), Hermana María Guadalupe (Juli Corbella, de Tucumán), Hermana Lourdes María (Luli López Manzur, de Corrientes) y la Hermana María Esperanza (Anto Leiva, de Paraná), a quienes se le unirían al día siguiente sus dos hermanas de curso paraguayas, la Hermana María Beatriz (Bea Nery Huerta) y la Hermana María Felicia (Jaz Macchi).

 

 

Durante la ceremonia fueron múltiples las emociones que rondaron en los corazones de todos los presentes, pero hubo una que fue común a todos y que se mantuvo intacta a lo largo de toda la jornada: la ALEGRÍA.

 

Una alegría compartida

Alegría que se irradió en el rostro de cada una de las novicias desde que iniciaron su peregrinación a la iglesia de Dios Padre, donde ocurrió la ceremonia, hasta que recibieron su bendición final en el Santuario; alegría de saber que hoy por fin después de tanta entrega al capital de gracias y tanta valentía, su SÍ confiado, humilde y filial a Dios Padre se concretaba de por vida.

Alegría de las familias de ver cuánta paz las novicias transmitían, de saber cuánto Dios las ama y cuánto María las va a cobijar bajo su manto protector.

Alegría de la Juventud Femenina, quienes desde hace dos años estamos fuertemente unidas en oración y podemos ver con emoción y fe los frutos del capital de gracias que nos acompañó todo este tiempo con el lema “Bajo la mirada del Padre, pequeña María, sé Santuario vivo”.

Por último, alegría de la comunidad de Hermanas de María, quienes con la calidez maternal que las caracteriza reciben de brazos abiertos y con una sonrisa a sus nuevas hermanas de comunidad.

 

Un regalo para toda la Familia

Dios y María, mediante nuestro Padre fundador, el Padre Kentenich, nos han regalado la gracia de sentirnos y ser FAMILIA, y siento que fue ese el clima que reinó a lo largo de esta gran ceremonia. Todos unidos en oración y alegría por nuestras queridas novicias, que con humildad, fidelidad, pureza y valentía se entregaron por entero a la vocación a la que Dios las ha llamado.

Invito a todos a permanecer unidos en oración para que todas las almas que se consagren por entero a Schoenstatt encuentren la claridad necesaria en el camino de santidad al que Dios los ha llamado, y que si tienen la oportunidad de participar en una ceremonia tan especial y llena de gracia como ésta en una próxima ocasión, no lo duden.

 


 

Una entrega que marcó el corazón de todos

 

Autora: Luciana Gómez desde el Santuario de la Providencia ‘La Loma’ en Paraná, Entre Ríos.

 

Me gustaría compartirles mi testimonio sobre mi experiencia con este hermoso acontecimiento de la Vestición de las Hermanas de María. Este hecho lo puedo definir a través de tres palabras: gratitud, filialidad y familia.

 

Gratitud

Es la primera palabra porque todo regalo debe ser agradecido, es la palabra que con mayor frecuencia escuché ese día, innumerables corazones agradecidos sonriendo a las novicias y en ellas a Dios. No por un lado a ellas y por otro a Dios, si no agradecemos a Dios en ellas porque el curso nuevo de nuestras ocho bellas Hermanas de María se formó porque se animaron, pero se animaron porque se sintieron llamadas y amadas. Gratitud.  

 

Filialidad

En segundo lugar, ese sábado tan especial, me hace pensar en la palabra filialidad. Vi cómo fuimos capaces de acoger, de hacer nuestra la misión que nuestro Padre José nos dejó. A 50 años de su retorno al Padre celestial pudimos, como Movimiento de Schoenstatt en Argentina, regalarle ocho nuevas vocaciones de mujercitas que con alegría se entregan por entero a Dios. Y como si eso fuera poco, se esconden detrás de esto, muchas otras gracias que hicieron más emocionante para mí el sí generoso de cada una de las chicas: me di cuenta que no solo fue una decisión que nos causó orgullo como Movimiento nacional, si no que ocho miembros de nuestra Juventud Femenina se animaron a ser luz en este tiempo en que la mujer es oscuridad, se animaron a ser abrazos y caricias cuando hoy las chicas solo piensan en sí mismas; en vez de entregarse a lo superficial del mundo, se entregaron a la profundidad del amor de Dios. Y por eso pienso en la palabra filialidad.

 

Familia

Por último para terminar, la palabra familia. Me siento muy bendecida de pertenecer a mi amada familia de la Providencia, así se llama la familia del Santuario de Paraná. Poder acompañar a nuestra Hna. María Esperanza, como Familia, fue uno de los regalos más lindos de mis 21 años en el Movimiento. Cuando llegamos y me encontré con el resto de la Familia nacional, mi pensamiento fue “esto es Schoenstatt, Schoenstatt es familia” y este es el verdadero regalo que le hacemos al Padre, desde nuestro Santuario bendecido por su presencia, una familia que acompaña a sus hijas a celebrar una decisión en Dios. Creo que como argentinos, como Movimiento Apostólico de Schoenstatt en Argentina es lo más valioso que tenemos, es la respuesta más grande al mundo de hoy, ser para regalar familia.

Les dejo un abrazo hecho oración, un teléfono del Padre desde mi habitación: “Hazme vivir para el amor.” P. Jose Kentenich