Cuidamos toda vida

Cuidamos toda vida

Introducción

Como familia de Schoenstatt de Argentina estamos comprometidos con la vida. La valoramos como un don de Dios y por lo tanto la cuidamos como el bien más preciado que hemos recibido.

Nos apena que se haya vuelto a presentar al Congreso Nacional un proyecto de ley de aborto legal cuando hace dos años ya fue rechazado. En medio de la crisis que atravesamos creemos que resulta más oportuno priorizar la solución de todos los conflictos originados por la pandemia que volver a poner sobre la mesa de discusión un tema ya profundamente debatido. Así lo expresó la Conferencia Episcopal Argentina en el comunicado del 22 de octubre de este año. 

Además, el aborto es una grieta que divide a nuestro pueblo argentino y lo hace aún más vulnerable. Nos duele esta situación.  

Es un tema complejo

Abordar este tema no es fácil. Diversas razones influyen para eso:  

  1. Las emociones y los sentimientos obnubilan a menudo la objetividad del debate.  
  2. Cuesta encontrar un pensar autónomo, sin influencias que pretendan torcer la voluntad de los demás y no solamente ilustrar los diversos puntos de vista. El pragmatismo y oportunismo nunca han sido buenos consejeros a la hora de ver toda la verdad del ser humano.  
  3. Hay un “circo mediático” sesgado alrededor del tema. Artistas, formadores de opinión y personas de la televisión, el arte y la música, han hecho de la despenalización del aborto su bandera predilecta. 

Oponerse al aborto y a su despenalización no es desconocer la complejidad del tema ni la angustia que puede sufrir una mujer embarazada, en una situación difícil. Esa realidad, siempre única, exige un profundo respeto y el acompañamiento personal de cada mujer, independientemente de su opción de seguir o no con el embarazo. 

La vida es el bien supremo 

El desarrollo último de la ecología nos ha abierto a respetar todas las múltiples formas de vida que hay en la naturaleza. De manera especialísima la vida de todas las personas desde su concepción hasta su muerte natural. Es algo inalienable e inviolable. Su relativización significaría relativizar la dignidad humana. No hay mayor dignidad que la de la vida humana. No reconocerlo alimentaría la posible degradación del individuo y, en consecuencia, también de la sociedad. 

Los demás derechos humanos parten de este valor no negociable. La historia conoce ejemplos nefastos donde se negó la dignidad de los que no pertenecían a algún grupo o raza considerada “superior”. 

La vida es un valor que no empieza ni termina en la voluntad de cada individuo. Es un bien que se recibe y es el fundamento de toda convivencia humana.

Hay vida desde la concepción

Desde el momento de la concepción hay un ser humano, biológicamente distinto del óvulo, diferente a la vida de la madre y con el mismo código genético que tendrá cuando sea adulto.

El niño concebido no es una parte de la madre, un “pedazo” de ella, por más pequeño que sea. La vida tiene su propia entelequia: tiende a su plenitud, a desarrollarse; posee las características biológicas y la composición genética para ser concebida como tal.

Apoyamos la legislación actual que afirma: “Desde la concepción en el seno materno comienza la existencia de las personas, y antes de su nacimiento pueden adquirir algunos derechos, como si ya hubiesen nacido” (Art. 70 CCN).

Siempre que hay un embarazo hay dos personas en juego: una persona nacida y otra por nacer. No hay ningún otro caso en que en un mismo cuerpo convivan o coexistan dos personas. Ambas son de igual dignidad.

La decisión de cuidar la vida, de protegerla, acrecienta la inmensa dignidad de cada ser humano. Defender al niño por nacer, sobre todo en su desvalimiento e inocencia es una manera de anticipar el respeto por los más abandonados, amenazados y olvidados, los pobres y los enfermos.

El regalo de la maternidad y paternidad 

La dignidad y los derechos de la mujer se ennoblecen cuando cuida y protege toda vida frágil, especialmente si es un hijo no nacidos que lleva en su vientre.

La maternidad para la mujer no es una pérdida de la libertad sino la oportunidad de transformación y maduración personal. El embarazo, aunque no fuese planeado, la llegada inesperada de un hijo, le da un nuevo sentido a la existencia de sus padres.

Tal es el pensamiento de la filósofa Edith Stein: un “otro ser” no viene para sacarnos de nosotros mismos, sino que viene para revelarnos quiénes realmente somos. Ése es uno de los sentidos de la maternidad (y también paternidad) si nos permitimos vivirla verdaderamente. Nuestros hijos nos revelan quienes somos.

El aborto es matar una vida

La interrupción consciente del embarazo es un crimen. No sólo lo es desde una perspectiva antropológica y filosófica, sino también legal. El Código Penal considera al aborto un “delito contra la vida” (Art. 218).

En el aborto, la persona y el médico están utilizando su poder para decidir respecto del ser más frágil. Se atribuyen así el derecho de definir si el niño en el seno materno merece vivir o no. Eliminarlo por su desarrollo embrionario e incompleto, significaría concederles plenos poderes a los poderosos para eliminar a los más frágiles.

Si la vida puede eliminarse por razones pragmáticas, entonces todos los demás derechos humanos quedarán dependientes del arbitrio de cada uno, sin otro fundamento que la conveniencia.

Si afirmamos que el aborto es un crimen, vale para el niño en gestación independientemente del mes en que se encuentre. No hay racionalidad alguna para afirmar en qué momento de la gestación hay vida o no. Esta arbitrariedad no tiene ningún asidero o justificativo científico, filosófico ni legal.

El respeto a la decisión de la mujer en situación de angustia

La moral conoce el principio de la inimputabilidad en ciertos casos especiales, por ejemplo, cuando no hay libertad física o psíquica, cuando se actúa bajo presión, ignorancia o angustia.

Si en un momento de desesperación una mujer decide abortar, puede contemplarse la no punibilidad de su acción desesperada. Pero antes de esto deberíamos contenerla, acompañarla, protegerla y buscar caminos para que salga adelante.

Esto no debe significar la creación de un instrumento legal, que facilite una decisión que afecta a un ser humano, que posee de por sí la misma dignidad y no tiene manera de defenderse.

Motivación final

Nos unimos al aliento de nuestros pastores en el comunicado de la CEVILAF (CEA) del pasado 20 de noviembre invitando a participar en las manifestaciones a favor de la vida que se llevarán a cabo el próximo 28 de noviembre en distintas ciudades de nuestra patria.


Presidencia Schoenstatt Argentina
Movimiento Apostólico de Schoenstatt Argentina