Carta de Alianza agosto 2020

Carta de Alianza agosto 2020

Querida familia de Schoenstatt de Argentina:

¡Bendecido día de Alianza! ¡Cómo necesitamos en este tiempo renovar nuestra alianza! Que la Mater hoy nos vuelva a cobijar en su regazo. 

¡Lo necesitamos!

Lo necesitamos porque transitamos tiempos duros que están siendo exigentes. Una exigencia silenciosa pero desgastante. Para los optimistas, una gran ocasión para vivir la Alianza de Amor a nivel heroico, por la cantidad de oportunidades diarias para ofrecer capital de gracias. Pero la poca claridad de nuestro futuro desalienta hasta a los más confiados.

Necesitamos una dosis extra de las gracias de nuestro Santuario. ¡Qué esas gracias sean la verdadera vacuna para sobrellevar este tiempo! Extrañamos el Santuario, las ermitas, la vida de familia de Schoenstatt, la rama, reuniones de grupos, etc. Lo que antes era una obviedad, ahora es un lujo imposible de tener. Aquel peregrinar y la visita tranquila a la Mater es un anhelo del cual tenemos nostalgia. Tener, aunque más no sea, un ratito de adoración. Estar arrodillados junto a Jesús en el Santísimo Sacramento.

Lo económico y social es también desesperante. Muchos hermanos la están pasando mal. La crisis se hace sentir. Muchas fuentes de trabajo se han cerrado. Nuestro panorama es incierto. Empobreceremos o quizás ya lo hicimos. Es un tiempo de despojo. 

¡Adsum!

Mater, nos hemos ido cansando en este camino. Como ves, nos quedamos sin vino. Pero aquí estamos. ¡Adsum! Volvemos a ponernos en tus manos para hacer lo que el Señor nos diga. Somos tus hijos-servidores. Queremos ser portadores de esperanza. Como aquellos servidores en la fiesta en Caná de Galilea, cuando parecía que la fiesta terminaba. Nos pedís un esfuerzo más. No nos decís que es el último. Seguramente no lo será. No nos sueltes. Sos nuestra esperanza.

Los salmos están llenos de quejas del pueblo de Israel porque sienten que Yahveh se ha olvidado de la Alianza. Muchos tenemos también hoy ese mismo sentimiento. Sabemos que no es así, Dios nunca se olvida de sus hijos, pero los sentimientos nos juegan malas pasadas. 

Nuestro Fundador nos enseñó a no ser voluntaristas sino a tener un realismo esperanzado abierto a la gracia. Aceptar que estamos desgastados. Aceptar nuestro cansancio. Presentárselo a Dios. Forma parte de la vida de Alianza. A veces uno se queda sin nada. Como los discípulos antes de la multiplicación de los panes. Fue un niño desconocido el que entregó esos panes y pescados. Los discípulos no tenían nada. Quizás ya lo habían dado todo. 

Nuestra realidad no hay que negarla ni minimizarla. Nuestro camino espiritual es reconocer, entregar y ofrecer estas exigencias y renuncias que el tiempo actual nos pide. Convertirlas así en muestras de cariño para Dios y María. Nuestro capital de gracias. Sabiendo que justamente en los momentos de mayor oscuridad, brilla con más resplandor la luz del Señor y de su Madre.

“A medida que crecía nuestra impotencia ante las circunstancias externas, tanto mayor era la fuerza que ardía entre los miembros más entusiastas de la Familia y la fe en que «la Santísima Virgen se glorificaría» … A lo largo de muchos años pensamos que éramos nosotros los que debíamos glorificarla, con la ayuda de la gracia. E intentamos hacerlo. Pero vino el tiempo en que la situación se tornó más difícil…Fue entonces cuando resonó la consigna: «Ahora eres Tú quien tienes que glorificarte de manera incomparable» …Cuanto más débiles nos sintamos, tanto más se habrá de glorificar la Santísima Virgen.” (PK, Oct ´46, Coronación de María, pág. 78.)

Vemos esa glorificación de María, en la continuidad de la construcción de los santuarios de Pilar y Corrientes. Si bien se han demorado, la Mater continúa alentando a sus hijos a que le construyan su trono de gracias. “Sin prisa, pero sin pausa” es una frase conocida en nuestras filas.

Las glorias de María se manifiestan en los 55 años de su presencia en el corazón de la iglesia platense y este fruto maduro que regala: el nuevo obispo auxiliar es un hijo y aliado de ella. Nos comprometemos a apoyar a Mons. Jorge González, en esta nueva tarea que asume, con nuestras oraciones y capital de gracias. Son maneras concretas en las que se expresa nuestro amor por la Iglesia.

Compartiendo el desafío, en tiempos del COVID, de permanecer fieles a la Alianza, distanciados socialmente, pero con mucha cercanía espiritual, los saluda y bendice,

Padre Pablo G. Pérez
Director Nacional