Carta de Alianza abril 2020

Carta de Alianza abril 2020

Querida Familia de Schoenstatt de Argentina:

¡Feliz día de Alianza! Bendecida octava pascual. Pascua de Resurrección es un misterio tan desbordante que no alcanza con la vigilia y el domingo de Gloria, sino que necesitamos ocho días para celebrarlo como si fuese un mismo día y luego dejarlo actuar durante todo el tiempo pascual hasta Pentecostés. 

Sorpresivamente, seguimos en cuarentena a causa del coronavirus. Vienen a mí pensamientos del Padre: “Realmente, Dios escribe con garras de león…Y ¿qué quiere decirnos? ¿Cómo interpretar su texto? … Donde el permite el quiebre, el colapso, la ruina, la muerte, allí quiere crear nueva vida…Debe ser un mundo nuevo, maravilloso, el que ha de nacer de esta enorme mortandad; debe ser un orden prodigioso el que él quiere hacer surgir de entre tales catástrofes y ruinas…” (Padre Kentenich, Estudio 1949).

Así es la mirada profética que tiene el Padre del acontecer histórico. No ve las catástrofes de la humanidad como castigos divinos, sino como permisiones de las cuales Dios se vale, se aprovecha para el bien de nosotros, sus hijos, a quienes ama. 

Veo que Dios nos está sensibilizando en experimentarnos una gran familia, en el valor de los vínculos “reales” personales, en el cuidado de uno mismo y de los demás, en el aprender a sacrificar algo mío por el bien de los demás, en el resignar lo económico en pos de la salud del pueblo, en un florecimiento de la solidaridad, entre otras cosas. También nos hemos experimentado desvalidos ante una realidad que nos supera. Experiencia fuerte para abrirnos a lo religioso. Son algunas notas de aprendizajes que este tiempo está ofreciendo y que cada uno o cada comunidad puede continuar.

Me arriesgaría a decir que el mismo carisma de Schoenstatt es parte de lo bueno que Dios sacó de las dos guerras mundiales del siglo pasado. De allí que nuestro fundador se refiera a Schoenstatt como un “hijo de la guerra”. Fueron momentos durísimos para la humanidad pero que, insospechadamente, significaron la fundación y el desarrollo de nuestro Movimiento. Desgracias que, abiertos a la gracia de Dios, pueden terminar convirtiéndose en bendiciones. De allí que cantemos en el pregón pascual: “Feliz la culpa (de Adán), que mereció tal Redentor”. 

Todavía resuena en muchos aliados la coronación internacional del pasado 15 de abril. Fue una experiencia potente de unidad en torno al Santuario Original desde nuestros Santuarios Hogares que difícilmente haya podido darse en condiciones normales. Ante nuestro desvalimiento, volvimos unidos virtualmente, a poner en manos de nuestra Madre el cetro de nuestras vidas. Que Ella lo mantenga en alto.

Estamos en un tiempo inesperado. Dios quiere sacar lo mejor de nosotros. En los lugares donde sí podemos transitar: nuestros hogares, nuestros vínculos familiares y amistades. Además, como parece que esta cuarentena y las restricciones durarán un tiempo considerable, tenemos el desafío de repensarnos desde lo virtual. Sabiendo que más allá de la distancia, lo virtual también es real. 

En varios lugares ya se están realizando reuniones, retiros, jornadas y capacitaciones a través de la plataforma digital. Que nuestro amor a María nos lleve a ser creativos en este tiempo para continuar alimentando nuestra vida de Alianza y acercar a otros a Dios y a la Mater. 

Bendecido tiempo pascual. Quedamos en eso, permanecemos fieles.


Padre Pablo G. Pérez
Director Nacional