Carta de Alianza diciembre 2018

Carta de Alianza diciembre 2018

En este tiempo de Adviento y muy próximos a la Nochebuena, quiero desearles un bendecido día de Alianza. Hace poquitos días celebrábamos a Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de América. Recordábamos cómo ella se hizo de nuestra raza conmoviéndonos nuevamente con la tierna historia junto al indiecito Juan Diego. La Mater, Nuestra Señora de Schoenstatt, ha impreso también su imagen ya no en tilmas sino en el corazón de cada aliado.

 

María es la mujer del Adviento, en quien Dios cumple sus promesas. Su cumplimiento es misterioso, abierto a nuestra colaboración y superador de todo lo esperado. Todo el Antiguo Testamento esta traspasado por la promesa de Dios a su pueblo. De alguna manera Yahvé iba a manifestarse. Nadie se imaginaba cómo, pero lo esperaban. Todos esperamos ese actuar de Dios. Nos desespera pensar que Dios no hace nada. Pero el actuar de Dios es misterioso, sigiloso, hasta por momentos volverse casi imperceptible. Así lo hizo aquella noche en Belén.

 

Dios es siempre fiel a su promesa. Pero no la cumple unilateralmente, se manifiesta pidiendo colaboración al ser humano. Así ocurrió con los profetas en el Antiguo Testamento, con María en la anunciación y con José cuando en sueños lo invita a ser parte de la aventura de la encarnación. De esta manera quiere hacerlo con cada uno de nosotros. La promesa de una vida plena se va colmando a través de nuestra propia correspondencia a las mociones que el Señor va poniendo en nuestra misma alma. El ser receptivo a esas llamadas y actuar en consecuencia nos hace colaboradores y protagonistas del cumplimiento de la promesa de Dios.

 

La misericordia de Dios supera todas nuestras expectativas. Inimaginable era este misterio de la encarnación. Que Dios se haga hombre, que se ponga en nuestras manos, que se muestre débil y frágil. Ahondar en este anonadamiento nos conmueve y capta nuestro corazón. Aunque en aquella noche de Belén no le hicimos un lugar, siempre tendremos en él un lugar para volver a nacer, para empezar de nuevo. Paradójicamente nos cuesta aceptar esto, a veces quisiéramos nosotros determinar cómo debería actuar Dios y proyectamos así nuestros juicios y prejuicios. Gracias a Dios, Él ve mucho más allá de nuestro horizonte, Él es quien no tiene horizontes.

 

En el folklore schoenstattiano el milagro de la Nochebuena tiene un plus, un tinte especial. Así le llamamos también al regalo de la vuelta del Padre Fundador al Santuario Original luego de tantos años de exilio. Volvemos a alegrarnos como hijos de Schoenstatt de esa historia santa con la que Dios nos fue tejiendo. Localmente nos alegramos con la Familia de Rawson que celebró hace unos días los 25 años de su Santuario, Tierra de la Promesa y alentamos a la rama de hombre de Buenos Aires, quienes ayer celebraron sus 3 años de fundación.

 

Les deseo una feliz Nochebuena, bendecido 2019 y descansado receso estival. Que en este verano nuestra Alianza no se enfríe, sino que consecuentemente tome mayor temperatura. Quedamos en eso, permanecemos fieles.

Padre Pablo Pérez